NOVENA A SANTA ANA
En Tribaldos, de generación en generación, venimos celebrando con orgullo la memoria de Santa Ana. La devoción heredada y casi natural del tribaldeño ha pasado siempre por la contemplación silenciosa de la madre Ana que educa a la hija María, la Virgen. Nuestros padres y abuelos nos lo han transmitido con orgullo.
Y en torno a esta devoción multisecular se ha conformado nuestro carácter, personalidad, cultura, tradición; y una serie de prácticas devocionales y oracionales riquísimas y llenas de contenido de fe.
La práctica de la oración de nueve días consecutivos que ahora recoge este librito, actualizada convenientemente por nuestro querido párroco D. Carlos A. Guerra, es buena prueba de ello. Oraciones y meditaciones, en forma de novena, que perpetuarán la celebración de la memoria de Santa Ana y que nos permitirán expresar los profundos sentimientos de nuestro amor por ella y por la madre de Jesús.
Estas páginas son una inestimable ayuda para conservar, profundizar y difundir la devoción a Santa Ana que nos transmitieron nuestros mayores; para orar apoyados en su intercesión; y para conformar nuestra vida a imitación de la suya.
Que este valioso
instrumento devocional y litúrgico se convierta en nuestro librito de cabecera
a lo largo de todos los momentos de nuestra vida.
Miguel Ángel Albares Albares
Vicario General de la Diócesis Cuenca
NOVENA A SANTA ANA
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Amadísima Santa Ana, Madre
de María la Virgen; al contemplar cómo el Padre te eligió entre todas las
santas para tan alta dignidad, hallamos el gran valor de tu poderosa intercesión
ante el Señor, que tu Hija María te honra y hace tu voluntad en el cielo como
lo hizo en este mundo, y que no hay necesidad espiritual o corporal que no
quieras o no puedas remediar. Animados con esta confianza, te encomendamos
todas nuestras necesidades y deseos, los de nuestras familias y los de toda la
Iglesia, para que nos alcances una vida semejante a la tuya, modelo de todas
las virtudes; y después de una muerte en tus brazos y en los de tu Hija María,
Madre de Jesucristo y Madre nuestra, pasar a la felicidad eterna de la Gloria.
Alcánzanos también, amada Santa Ana, el perdón de nuestros pecados y el aumento
de nuestra fe, esperanza y caridad, para que, viviendo y muriendo como tú,
seamos dichosos contigo en la Casa del Padre. Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS
LOS DÍAS
Oh Dios que diste a Santa
Ana la gracia de ser Madre de la Madre de tu Unigénito, concédenos por tu
bondad y misericordia, que los que veneramos a la Santa con particular devoción
en la tierra, merezcamos lograr su poderoso patrocinio, para después gozar en
su compañía de la eterna bienaventuranza en el Cielo. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén.
DÍA PRIMERO
(Santa
Ana, Madre de la Llena de Gracia)
Contempla, fiel amante de
Santa Ana, cómo fue bendecida y predestinada por Dios para la maternidad más grande
del mundo después de la de su Hija, como es ser Madre de María, la Madre de
Dios. Nacida del linaje de David, fue llamada con el glorioso nombre de “Ana”,
que significa “Gracia”, porque iba a ser la Madre de la Llena de Gracia, de la
más maravillosa criatura de este mundo después de Jesús.
Contempla a nuestra Santa
que, creciendo en gracia, edad y sabiduría ante Dios y ante los hombres, fue
desposada según costumbre de los hebreos y admirable providencia de Dios con
Joaquín, hombre santo como ella y descendiente de la Casa de David.
(Se medita.)
Damos gracias a Dios por
habernos dado a conocer y amar la figura de nuestra querida Santa Ana y nos
gloriarnos de las gracias y bendiciones con que la adornó el Altísimo. Por
tantas dichas, te pedimos que nos alcances, Santa Ana, la gracia de conocerte y
amarte más y más, de conocer y amar a Dios, como tú le conociste y amaste, de
detestar el pecado, el único mal verdadero, y de vivir y morir como tú, por
Dios y para Dios. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA SEGUNDO
Para
Dios nada hay imposible
Considera, fiel amante de
Santa Ana, la vida santísima de nuestra amada, la observancia de los
mandamientos, su gran amor a Dios y al prójimo, el horror a todo pecado, la
presencia viva de Dios, la oración continua y fervorosa, y el más religioso
respeto y amor a su esposo. Pero nuestra amada Ana fue Santa no sin antes ser
probada en la tribulación. Dice el Espíritu Santo: ¿Qué sabe quien no ha sido
probado? La esterilidad del matrimonio era en aquellos tiempos una de las
cruces más penosas para los casados, y esta cruz fue soportada largos años por
la Santa, que resignada y paciente como Job y el santo anciano Tobías, acogía
las disposiciones de Dios y suspiraba por el esperado Mesías, pidiendo día y
noche en oración fervorosa al Señor que le diese fruto de bendición para
consagrarlo a su culto y amor. Nuestra Santa sabía que Sara, esposa de Abrahán,
había obtenido en su vejez al Patriarca Isaac, porque nada es imposible para
Dios, y la oración humilde y confiada todo lo alcanza si conviene a nuestro
bien.
(Se medita.)
Ayúdanos, amada Santa Ana,
a que imitemos tus heroicas virtudes y tu espíritu de oración, preciosa llave
de los cielos. Concédenos de Dios la humildad, confianza y perseverancia en la
oración para conocerlo y amarlo, y un día cantar sus eternas misericordias en
tu santa compañía. Amén
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA TERCERO
Santa
Ana, Madre del Arca viva de la Nueva Alianza
Considerad, fieles devotos
de Santa Ana, cómo nuestra Santa consiguió de Dios infinitamente más de lo que
podía esperar y desear. Sus heroicas virtudes y su contemplación la habían
preparado para uno de los ministerios más encumbrados del mundo. Dios la hace
Madre de la que será Madre de Jesús; las entrañas benditas de Santa Ana
conciben el fruto más admirable de los cielos y de la tierra: después de
Jesucristo, su santa Madre María, Hija de nuestra Santa. He aquí el fruto de
bendición que Dios da a nuestra excelsa Abobada. ¿Qué lengua podrá expresar las
gracias que la Concepción Inmaculada de María atrajo sobre nuestra amada Santa?
Si Dios bendijo extraordinariamente a Obededón porque en su casa estuvo
aposentada el Arca de la Alianza, ¿cómo bendeciría a Santa Ana los nueve meses
que llevó en sus entrañas a su Hija María, Arca viva de la Nueva Alianza? Sin
duda, grandes bendiciones vendrían sobre nuestra Santa, que convertirían su
feliz morada en un trozo de cielo y le harían presentir las misericordias de
Dios sobre la casa de Israel y sobre el universo entero.
(Se medita.)
¡Qué cielo tan admirable
sería vuestra morada, albergando a la Reina de las gracias, destinada a darnos
a Jesucristo! Por tanta dicha y tanta bendición, alcánzanos, amada Santa Ana,
algunas de tus gracias, ser hijos auténticos de tu Hija, conocerla más y más,
amarla mucho; pues amar a María es camino seguro hacia su Hijo Jesús. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA CUARTO
Santa
Ana es bendecida durante tres años con la presencia de su Hija
Contempla hoy, amante de
Santa Ana, a nuestra Abogada, que junto con su esposo San Joaquín, puso a su
Hija por nombre María, que significa “estrella”, “señora, mar de gracias”. ¡Qué
dicha y admiración sentiría Santa Ana los tres años que vivió en compañía de
María! Amamantarla, cuidarla, hablarle, estrecharla en su corazón, y llevarla
en los brazos, oírla hablar y recibir de ella sus primeros cariños de Hija.
Ella vio crecer a su Hija en gracia, en edad y en sabiduría delante de Dios y
de los hombres y junto a ella se sentía ante la fuente de todas las gracias.
Sólo en el cielo conoceremos y gustaremos las gracias que recibió nuestra Santa
estos tres años, su gozo y su santidad.
(Se medita.)
Amada Santa Ana, déjate
conocer y amar: tu amor nos llevará a María, María a Dios, y amando a Dios
vendrán sobre nosotros todas las gracias; seremos felices en este mundo y
felices en la eternidad. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA QUINTO
María,
la preciosa ofrenda a Dios de Santa Ana.
Contempla, fiel devoto, a
Santa Ana, que llevó a su Hija María al templo para ser educada allí bajo el
cuidado de los sacerdotes, según el voto que había hecho de ofrecer a Dios el
fruto de bendición. ¡Qué magnífico holocausto hizo nuestra Santa a Dios en este
día! Después de Jesús, Dios, nada puede compararse con la grandeza y santidad
de María; de aquí el mérito y valor de la ofrenda que a Dios hace Santa Ana. Y
si el amor a la ofrenda realza también a la persona que lo ofrece, ¿qué madre
amó jamás a su hija como Santa Ana a María? Porque nuestra amada Santa al ver a
su Hija María u oírla hablar, se le inflamaba el corazón en el amor de ella y
en el amor de Dios, pareciéndose ya a los bienaventurados que ven a Dios en las
criaturas, como nosotros vemos la Vida en el hombre que se mueve y obra, como
dice San Agustín. Si María nos dio a Jesús, Santa Ana nos dio a María; por
tanto, escribe San Juan Damasceno, todos estamos muy obligados a los Padres de
María; y como dice San Alfonso de Ligorio: Después de Jesús, María y José, los
Padres de la Madre de Dios.
(Se medita.)
Eternamente agradecidos
estamos a ti, amada Santa Ana, por la ofrenda que hiciste a Dios llevando a
María al Templo. Ahora sólo resta suplicarte que nos alcances de Dios la gracia
de ser devotos tuyos y recordar con frecuencia que, puesto que nos has dado el
gran tesoro de vuestro corazón, quieres que lo honremos y amemos. De la misma
manera que tu ofreciste a Dios a tu Hija María, esta misma María nos es dada
por Jesús desde lo alto de la cruz como Madre. Ruega por nosotros, amada Santa
Ana, para que en el cielo cantemos las misericordias de Dios y los favores que
te debemos. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA SEXTO
“Ahora
puedes dejar a tu sierva irse en paz…”
Meditemos hoy cómo a los
pocos años de ofrecer nuestra Santa a María en el templo, acabó su
peregrinación por esta vida; y tras haberle revelado Dios que su Hija estaba
destinada a ser la Madre del Mesías prometido, dulcemente se durmió en el
Señor, asistida por su bendita Hija. Enseña San Francisco de Sales que todos
los justos mueren en el amor de Dios; pero los más aventajados en santidad,
como Santa Ana, además mueren de amor de Dios. ¿Cómo podía ser de otra manera,
siendo Santa Ana la Madre de la que se llama Madre del Divino Amor, habiéndola
llevado nueve meses en su seno y siendo asistida ahora por su misma Hija? ¡Oh,
qué muerte tan deseable! Santa Ana, a semejanza de Simeón, exclamaría: Ahora,
Señor, puedes dejar a tu sierva irse en paz, porque mis ojos han visto a la que
ha de ser Madre del Mesías, Madre bendita que me has dado por Hija por tu gran
misericordia.
(Se medita.)
¡Oh amada Santa Ana! ¡Qué
muerte tan envidiable, llena de amor divino y asistida por María! Haz que
nosotros vivamos ahora como nos gustará haber vivido a la hora de nuestra
muerte; que cuando llegue ese momento sintamos la dulce y poderosa protección
tuya y de tu Hija María; y así nuestra muerte será también preciosa en la
presencia de Dios. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA SÉPTIMO
De
este mundo a la casa del Padre.
Contempla, alma amante de
Santa Ana, cómo la bendita Madre de la Madre de Dios, desprendida de las
ataduras de esta vida, fue acompañada por los ángeles a reunirse con los santos
Padres Abraham, Isaac, Jacob, sus amados e ilustres ascendientes y su querido
Esposo San Joaquín. Considera la alegría que la llegada del alma de Santa Ana
causaría a aquella gran muchedumbre de los santos que esperaban la redención
del Mesías; Ésta la veían ya próxima al hallare entre ellos la que era Madre de
la destinada a serlo del Mesías, la mujer bienaventurada que llevó nueve meses
en su seno al Arca viva de la Nueva Alianza. ¡Cuánta sería la alegría de los
santos Padres por las noticias que les comunicara Santa Ana acerca de su Hija!
¡Qué intenso gozo al admirar alma tan santa.
(Se medita.)
Santa Ana, alcánzanos el
don de vernos libres de las ataduras del pecado y aspirar continuamente a la
patria de la gloria. Y mientras caminamos por este mundo, ampáranos en todos
los momentos de nuestra vida hasta que nos veas a tu lado, alabando a Dios
junto a ti, venturosa Madre de la Madre de nuestro Redentor. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA OCTAVO
Santa
Ana revestida de gloria en el cielo.
Considera hoy cuán intenso
sería el gozo de Santa Ana cuando viera entrar en la Gloria a Jesucristo Dios,
Hijo de María, vencedor del pecado y de la muerte. Según creencia piadosa, la
santa resucitó con cuerpo glorioso al tiempo de la resurrección del Redentor; y
de esta forma, inmortal y llena de gloria, habiendo visto cara a cara a Dios,
se apareció con Jesucristo a los demás santos y a su querida Hija María, sumida
en la soledad más dolorosa. Meditemos la alegría de tal Madre e tal Hija;
bendigamos a Dios que de forma tan maravillosa glorificó a la Madre de su
Madre; y saludemos a todos los santos, que dichosos admiraron la gloria de
nuestra Santa, para que un día también nosotros, tras esta vida de miserias,
veamos y admiremos en el cielo a la que es Madre bendita de María, Madre de
Dios y Madre nuestra.
(Se medita.)
Ayúdanos, Santa Ana, a
guardar constantemente en esta vida los mandatos del Señor; enséñanos a
conocerte mucho y a amarte más, y así podamos alcanzar por tu intercesión la
felicidad eterna del cielo. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
DÍA NOVENO
“amarte
en el tiempo y en la eternidad”
Consideremos hoy, fieles
devotos de Santa Ana, la entrada gloriosa de la Santa en el reino de los
cielos. Junto a Jesucristo, a San José y a San Joaquín, la venturosa Santa Ana,
Madre de la Madre de Dios, nuestra amada Abogada. Allí en la gloria ocupa Santa
Ana uno de los tronos más refulgentes; allí la santa Madre de Jesús se complace
en honrar a su Madre muy amada; porque la gloria de los padres siempre es honor
de los hijos. Allí la aclaman todos los bienaventurados como Madre dichosa de
la Reina de todos los santos, María, la maravilla más grande después de su Hijo
Jesucristo. ¿Qué no podrá alcanzarnos nuestra Santa, siendo madre de la misma
Madre de Dios? Mil veces dichosos sean los que ahora son sus amantes y devotos
y los que ardientemente se esmeran en darla a conocer y amar. Como dice San
Juan Damasceno, todos estamos obligados a los santos Padres de María, Madre de
Dios; y como añade San Alfonso, después de Jesús, María y José, San Joaquín y
Santa Ana, Padres de María, la Madre de Jesucristo.
(Se medita.)
En este último día de la
novena consagrada a ti, nuestra amada Santa Ana, glorificamos de un modo
especial a Dios, que tanto te distinguió en la tierra y tanto te distingue
ahora en los cielos. Hoy nos unimos a todas las criaturas y al mismo Corazón
del Hijo María para bendecir dignamente al Altísimo, que tanto te ha
glorificado. Sólo nos queda volver a encomendarte a toda la Iglesia, todas
nuestras necesidades y deseos, nuestra vida y nuestra muerte. Concédenos, amada
Santa, conoceros y amaros a ti y a tu Sagrada Familia, crecer en este santo
amor y tenerte grabada en medio de nuestro corazón; amarte en el tiempo y en la
eternidad. Amén.
Se pide la gracia que se quiere alcanzar en la novena..... Se hace la oración Final.....
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